Para sus devociones diarias, Julia empezó a cantar las Escrituras. «¡Mientras cantaba, mi corazón y mi mente comenzaron realmente a creer y hacer lo que estaba cantando!». Al vocalizar la Palabra de Dios, Julia deseaba que sus verdades mostraran lo que no le gustaba de sí misma, como su voz y su estatura.
Dijo: «Empecé a cantar de Cantares 1:5: “Morena soy, […] pero codiciable”». (En esa cultura agrícola, una mujer bronceada por el sol no se consideraba hermosa). Al cantar este pasaje, Dios cambió su mente. De repente, entendió: «Dios me ama a pesar de que no soy perfecta».
Julia cantó de un hermoso poema que se encuentra en la literatura sapiencial del Antiguo Testamento. Algunos interpretan el Cantar de los Cantares como una alegoría del amor de Dios por su pueblo, pero muchos lo ven como una celebración del amor conyugal. Ante la belleza del compromiso de la pareja, podemos hacer eco de las palabras de los amigos: «Nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino» (v. 4).
Sin importar cómo interpretemos estas antiguas palabras, podemos afirmar junto con Julia que Dios se deleita en su pueblo escogido. Como dice en otra parte del Antiguo Testamento: «eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo» (Isaías 43:4 LBLA).



