Me acerqué al mostrador de la aerolínea para registrarme con el número de confirmación guardado en mi teléfono celular. ¡Pero mi teléfono había desaparecido! Lo había dejado en el auto que me había trasladado. Entonces, ¿cómo haría para contactarme con el conductor?
Mientras me apresuraba a conectar mi ordenador portátil al wi-fi del aeropuerto, me preocupaba que fuera demasiado tarde. Por una aplicación, mi esposo notó que no tenía el teléfono y ya me había enviado un correo electrónico, esperando que me conectara. Su correo decía: «Envíame el número del servicio de traslados y yo me encargo». Mi esposo había intervenido para ocuparse de las cosas, dándome una sensación inmediata de paz.
Esto es parte de la paz que creo que Dios quiere que disfrutemos en nuestra relación con Él por medio de Cristo. En 1 Pedro 5:7, se nos recuerda: «Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes» (rva-2015). Dios quiere ocuparse de nuestras preocupaciones. ¿Por qué? Porque le interesamos mucho.
Echar nuestra ansiedad sobre Dios es una forma de humildad que reconoce que Él es mucho más capaz de manejar nuestras preocupaciones que nosotros (v. 6). Aunque surjan cosas que nos hagan sufrir (v. 10), podemos descansar en su cuidado y provisión.