Desde su posición en lo alto del muro de escalada, Sara podía sentir que su pánico aumentaba a medida que sus debilitados dedos empezaban a soltarse de las manijas. ¿Me golpearé muy fuerte contra el suelo?, se preguntaba.

Pero el instructor seguía tranquilizándola desde abajo. Como el «rapelador» amarrado al otro extremo de la cuerda estaba sujetando el arnés de Sara mediante una polea, el propio peso la sostendría si se caía. «¡Soy mucho más pesado que tú! —gritó él—. ¡Suéltate!».

Entonces, lo hizo… y simplemente se soltó del muro, para quedar flotando a salvo en el aire.

El incidente le dio a Sara una nueva perspectiva de la imagen de Dios en el Salmo 18:2: «El Señor, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía». Sara afirmó: «Dios es mucho más fornido que todos mis problemas. Puedo soltar mis miedos y preocupaciones, y Él me sostendrá».

El rey David cantó las palabras del Salmo 18 después de que Dios lo rescatara de «las muchas aguas»: su «poderoso enemigo» que buscaba que le llegara «el día de [su] quebranto» (vv. 16-18). Aunque sus problemas no desaparecieran, sabía que podía confiar en su Salvador todopoderoso, y que Dios lo sostenía firmemente.

De: Leslie Koh

Reflexiona y ora

¿Qué significa, en términos prácticos, «soltar» una preocupación y dejarla en manos de Dios? ¿Cómo puedes aprender a entregarle tus miedos?
Padre, gracias que puedo soltar todas mis preocupaciones, miedos y ansiedades al saber que controlas por completo mi vida.