Cuando a mi abuela le informaron delicadamente que mi abuelo moriría pocos días después, nos preocupó que estuviera triste y ansiosa. «¿Estás preocupada?», le preguntó alguien, creyendo que podría tener preguntas sobre la condición física de su esposo o necesitara ayuda. Tras pensar por un momento, respondió con calma: «No. Sé adónde va. Dios está allí con él».
Su expresión de la presencia de Dios con su esposo evoca la de David en el Salmo 139: «Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás» (v. 8).
Aunque la certeza de la presencia de Dios conlleva una sutil advertencia de que no podemos huir de su Espíritu en ningún lugar, también trae gran consuelo a los que lo aman y desean estar seguros de su presencia: «A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?» (v. 7). A los redimidos por Dios puede consolarnos saber que, dondequiera que estemos, Él está allí tomándonos de la mano y guiándonos (v. 10).
Cuando atravesemos situaciones difíciles y no sintamos que Dios está con nosotros, podemos estar seguros de que está presente con aquellos a quienes ama y que lo aman. Que esta realidad te dé la esperanza y el consuelo que necesites hoy.
De: Jasmine Goh