Cuando el esposo de Sun sufrió un derrame cerebral, su vida dio un giro dramático. Se encontró teniendo que ayudar a su esposo con las actividades diarias y enfrentando sus crisis emocionales. Durante diecisiete años, lo cuidó fielmente. Pero cuando una caída aceleró su deterioro, la carga del cuidado la superó y cayó en una profunda depresión. «Sentía que había perdido mi fe —compartió—, y no podía ver a Dios».

Pero al mirar atrás, Sun ahora está convencida de que Dios la veía, porque Él le proporcionó atención médica y de enfermería subsidiada para cuidar a su esposo, además de trabajadores sociales que la apoyaron emocionalmente.

En la historia de Agar, Dios se reveló como el Dios que ve. En Génesis 16, la esclava Agar estaba huyendo del maltrato de su señora (v. 6), cuando «el ángel del Señor» la encontró «junto a un manantial en el desierto» (v. 7 RVC) y le dijo que volviera (v. 9), asegurándole que la bendeciría. Aunque Agar no era nadie en su cultura, Dios se ocupó de su bienestar. Agradecida, Agar declaró: «Tú eres el Dios que me ve» (v. 13 NTV).

Dios también nos ve en nuestra desesperación. Nunca estamos solos porque nuestro Padre amoroso es confiable. Podemos clamar a Él por ayuda, y nos levantará.

De:  Poh Fang Chia

Reflexiona y ora

¿Cómo experimentaste en el pasado que Dios viera y conociera tu necesidad? ¿Cómo puede ayudarte eso en tus pruebas actuales?
Padre, gracias por asegurarme que ves lo que estoy atravesando.