Brian había estado con el cardiólogo más de una hora. Su amigo, en la sala de espera, oraba por sabiduría y sanidad para su amigo enfermo. Cuando finalmente salió, le mostró la pila de papeles que le habían dado. Mientras los extendían sobre la mesa, consideraban diversas opciones para tratar su estado delicado. Hablaron de la necesidad de orar y pedir sabiduría a Dios para los pasos siguientes. Y luego, Brian dijo: «Sea lo que sea que pase, estoy en las manos de Dios».

El rey Ezequías «extendió [las cartas] delante del Señor» (2 Reyes 19:14). El contenido no se refería a un estado de salud delicado, sino a la amenaza de un enemigo poderoso —Asiria— que había tomado todas las ciudades fortificadas de Judá y se preparaba para atacar Jerusalén. Ezequías oró: «solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra […]. Ahora, pues, oh Señor Dios nuestro, sálvanos» (vv. 15, 19). Poco después, el profeta Isaías envió un mensaje a Ezequías, diciéndole: «Así ha dicho el Señor: Lo que me pediste […] he oído» (v. 20). Y «aquella misma noche», Dios destruyó al ejército asirio (v. 35).

Cualquier cosa que enfrentes hoy, extiéndela delante del Señor. Cuando presentes tus «peticiones delante de Dios» (Filipenses 4:6), Él oirá y estará contigo. Puedes descansar en sus manos.

De: Tom Felten