«¡Guau!» fue la reacción de los miembros de nuestro equipo que recorrían un centro de retiro comprado a gran costo por una persona con visión para la renovación y aliento de personas que sirven a Dios. Nos asombraron las literas dobles y las suites con camas grandes. La cocina exquisitamente equipada y el comedor también deleitaban la vista. Y justo cuando uno pensaba que ya había visto todo, hubo más sorpresas; incluía una cancha interior de baloncesto. Cada «guau» era justificado.

La reina de Sabá también tuvo una reacción similar cuando visitó al rey Salomón en la antigua Jerusalén. Cuando «vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, […] se quedó asombrada» (1 Reyes 10:4-5). Siglos después, otro hijo real de David —Jesús— apareció, y asombró a la gente de otras formas. Donde quiera que iba, reconocían la maravilla de su sabiduría y obras (Lucas 4:36), y Él los instaba a ver que había aparecido en escena «alguien que es más grande que Salomón» (11:31 rvc). El asombroso ministerio de Jesús concede perdón de pecado… comprado a gran costo: su muerte. Jesús recibe a todos los que acuden a Él; aquellos que experimentarán su belleza y gracia, y lo alabarán ahora y por la eternidad. ¡Guau!

De: Arthur Jackson