Lee Strobel no creía en Dios ni en la resurrección de Jesús, pero era un periodista con una mente analítica. Cuando su esposa creyó en Jesús, decidió estudiar su nueva fe. Después de dos años de investigación, puso su fe en Dios.
El cambio en él fue notable. Al cabo de unos meses, su hija de cinco años le dijo a su mujer: «Mamá, quiero que Dios haga por mí lo que hizo por papá». Y la hija de Strobel también puso su fe en Jesús.
Mucha gente se niega a creer en la resurrección. Pero testigos oculares acreditados vieron a Jesús resucitado. Uno de ellos, el discípulo Pedro, le dijo a una gran multitud que el rey David estaba muerto y sepultado (Hechos 2:29). Después, señaló una profecía que David había hecho. «[David] habló de la resurrección de Cristo», dijo (v. 31). Y concluyó: «A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos» (v. 32).
La mejor prueba de la resurrección es el cambio de vida de los testigos oculares, incluido Pedro. Tras la crucifixión, los discípulos se habían escondido. De hecho, Pedro negó a Cristo (Juan 18:15-17, 25-27). Cuando vieron a Jesús vivo, todo cambió. Llenos de valor, empezaron a compartir la verdad de la única gran esperanza del mundo: Cristo resucitado.
De: Tim Gustafson