Durante una reunión familiar hace años, mi madre compartió unas palabras que había escrito. Honró a su abuela, una mujer que yo no había conocido pero de la que había oído hablar a menudo. Ella recordaba cómo Mama Susan se levantaba «antes del amanecer» y oraba por su familia. Qué recuerdo especial impactó la vida de mi madre; uno al que me aferro todavía hoy, aunque nunca conocí a mi bisabuela.

Esta descripción me recuerda a la mujer en Proverbios 31. Cuidaba a su familia de muchas maneras tangibles y se levantaba «aun de noche» (v. 15). Tenía mucho que hacer al proveer alimentos, comprar tierras, plantar viñas, hacer negocios productivos, coser y completar muchas otras tareas; todo por cuidar a los que amaba. Incluso les compartía «al pobre, y […] al necesitado» (v. 20 rva-2015).

Ayudar a cuidar a la familia no era un logro fácil cuando se escribió Proverbios 31, tal como lo demuestra la larga lista de obligaciones descritas en el pasaje. Y tampoco lo fue para mi abuela, que nació en el siglo xix. Pero las oraciones susurradas temprano por la mañana —como así también durante el día— mantuvieron a esas mujeres enfocadas y alentadas mientras Dios las ayudaba a cumplir con su llamamiento de cuidar a sus familias y a otros.

De: Katara Patton

Reflexiona y ora

¿Cómo permaneces animado mientras completas tus tareas diarias? ¿Cómo puede ayudarte orar temprano y con regularidad?
Dios, gracias por mujeres y hombres fieles que cuidan a sus familias. Ayúdame a hacer lo mismo.