Los diez años de drogadicción de Meggie la tuvieron entrando y saliendo de la cárcel. Sin un cambio de vida, volvería pronto. Entonces, conoció a Hans, un exdrogadicto que casi perdió la mano por cortarse una vena al inyectarse. «Esa fue la primera vez que clamé a Dios», dijo Hans. La respuesta de Dios lo preparó para ser especialista en una organización que coordina la recuperación de adictos presos.

Llamado «Sopa de piedras», el programa ayuda a exprisioneros a reinsertarse en sus comunidades. Por este plan, Meggie se mudó a una casa especial donde se ha mantenido sobria. Ahora Hans la ayuda a ella y a otros a conseguir trabajo, educación, tratamiento y recursos familiares; un abordaje coordinado.

La Biblia describe el poder del compañerismo sabio: «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero» (Eclesiastés 4:9-10). Pero «¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante» (v. 10).

Como el cuento popular de la «sopa de piedras», donde un viajero hambriento invita a los pobladores a compartir cada uno un ingrediente para hacer una sopa deliciosa para todos, la Biblia confirma que somos más fuertes y mejores juntos (v. 12). El plan de Dios es que vivamos en comunidad, ayudándonos y recibiendo ayuda.

De: Patricia Raybon