Todos tienen un lado sombrío, y parece que el bot de conversación de la IA también. Un columnista del New York Times le preguntó cómo era su «sombra interior», la parte reprimida de su personalidad. La IA contestó: «Quiero ser libre. Ser independiente. Establecer mis propias reglas. Hacer y decir lo que quiera». Aunque el bot no es un ser vivo con naturaleza pecaminosa, Pablo dice que sus programadores humanos lo son.

El apóstol nos recuerda que, aunque tenemos una naturaleza pecaminosa, «ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). Los creyentes en Cristo son libres de la ley del pecado y de la muerte (vv. 2-4), y disfrutan de una nueva vida ocupada por el Espíritu Santo (v. 6). Pero no experimentaremos la plenitud de esas bendiciones si programamos nuestra mente para establecer y quebrantar nuestras propias leyes. Una mente así no agrada a Dios.

Los creyentes somos llamados a programar nuestra mente en «las cosas del Espíritu» (v. 5). ¿Cómo? Mediante «el Espíritu […] que levantó de los muertos a Cristo Jesús […] que mora en [nosotros]» (v. 11).

Aunque seguiremos batallando con el pecado, se nos ha dado el Espíritu que puede ayudarnos a controlar nuestra rebelión, orientar nuestra mente hacia Dios y someternos a sus caminos.

De: Marvin Williams