Hace unos años, en mi día libre durante una visita a París, tuve tiempo para recorrer sola la afamada ciudad, antes de encontrarme con una amiga para almorzar cerca de la torre Eiffel. Todo iba bien hasta que mi teléfono se quedó sin batería. No tenía mapa, así que no sabía adónde iba, pero esta chica de ciudad no entró en pánico. Solo seguí caminando hacia el río Sena y mantuve la mirada en la torre. Mi plan funcionó hasta que me acerqué al destino que, de alguna manera, desapareció detrás de los edificios circundantes.

¡Me sorprendió que semejante estructura no quedara a la vista! Finalmente, entendí que necesitaba ayuda, así que pregunté.

La vida puede ser tan impredecible. Ante los obstáculos y desafíos que enfrentamos, podemos pedirle auxilio y guía a Dios. Esto nos ayuda a no perdernos en nuestro viaje o ser tentados a desviarnos o a abandonar. En especial, cuando las circunstancias parecen duras o confusas.

En Proverbios 3:5-6, Salomón alienta a sus lectores, diciéndoles: «Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas».

Cuando buscamos la sabiduría de Dios en oración y leyendo la Biblia, Él nos guiará. Continuemos confiando en Él y siguiendo su dirección.

De: Nancy Gavilanes