En una tarde soleada, dibujaba con tiza para acera junto a la familia sudanesa de la casa vecina. Desde otra casa, donde un pequeño grupo celebraba servicios de adoración, se escuchaban canciones. La joven madre con la que hablaba sintió curiosidad por lo que estaba ocurriendo, así que caminamos hasta allí para escuchar. Nos invitaron a unirnos a ellos. Un joven, de pie en un tanque lleno de agua para el bautismo, habló sobre haber recibido el perdón de sus pecados y comprometerse a seguir a Jesús.

Fue una oportunidad única para escuchar un testimonio de salvación justo al lado de casa. Ese grupo era la iglesia en nuestro vecindario.

Jesús está edificando su iglesia en todo el mundo. Antes de su ascensión, les dijo a sus seguidores que enviaría al Espíritu a vivir en ellos, y que daría poder a sus testigos para predicar y enseñar «hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). De inmediato, Dios añadió «cada día a la iglesia los que habían de ser salvos» (2:47).

Podemos ayudar a edificar la iglesia de Cristo al practicar nuestra fe en nuestros vecindarios y compartir lo que Él ha hecho por nosotros: dar su vida y resucitar para perdonarnos y darnos vida eterna. El Señor nos ayudará a saber cómo servir a otros en su iglesia hoy.

De:  Anne Cetas

Reflexiona y ora

¿Cómo podría Dios estar utilizándote para edificar la iglesia de Jesús? ¿Qué más podrías hacer?
Jesús, gracias por añadir personas a tu iglesia diariamente.