A Elliot le apasiona contarles a otros de Jesús. Durante una semana que pasó enseñando de 2 Timoteo a líderes de iglesia en un país asiático, les recordó la despedida de Pablo a Timoteo. Los instó a no avergonzarse de la buena noticia, sino abrazar el sufrimiento y la persecución por causa del evangelio, como hizo Pablo (1:8-9). Poco después, Elliot se enteró de que la evangelización y la conversión al cristianismo se habían prohibido en ese país. Preocupado por el bienestar de esos líderes, oró para que perseveraran y siguieran proclamando el evangelio con valentía y urgencia.
Pablo entendía el peligro de proclamar la buena noticia. Pasó tiempo preso (vv. 8, 16) y sufrió de muchas otras maneras por causa de su enseñanza (vv. 11-12), incluidos azotes y pedradas (ver 2 Corintios 11:23-29). Pero nada lo detuvo de contarles a otros de Jesús. ¿Su filosofía? «Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21). Pablo vivía para hablarles a otros de Cristo, pero sabía que si moría, estaría con Él. Le recordó a Timoteo que el Espíritu Santo le daría poder (2 Timoteo 1:7).
Dios nos llama a todos los creyentes, dondequiera que estemos —en casa o en el extranjero— a contarles a otros de Jesús. Tal vez suframos, pero Él está ahí con nosotros.
De: Alyson Kieda