El artista Degas padeció una enfermedad en la retina durante los últimos 50 años de su vida que hizo que dejara de pintar al óleo, ya que las líneas de las tizas pastel eran más fáciles de ver. A Renoir le tenían que colocar los pinceles entre los dedos cuando la artritis se los deformó como garras. Y cuando una cirugía dejó inmóvil a Matisse, se volcó al collage, dirigiendo a sus asistentes para que pegaran trozos de papeles de colores a una hoja más grande sobre la pared. En cada caso, se produjo un logro creativo: las Bailarinas de azul, de Degas; Muchachas al piano, de Renoir; La tristeza del rey, de Matisse; y otras obras maestras. Al adaptarse a las pruebas, la belleza emergió de la adversidad.
Asimismo, Pablo no planeaba visitar Galacia durante sus primeros viajes misioneros, pero una enfermedad lo obligó a ir allí (Gálatas 4:13). Al parecer, buscó un clima diferente y terminó en Galacia, y aunque estaba enfermo, comenzó a predicar. Irónicamente, el Espíritu Santo obro milagros a través de él (3:2-5), y nació la iglesia de los gálatas. Este resultado sorprendente nunca habría ocurrido sin la enfermedad de Pablo.
¿Qué prueba has enfrentado y cómo ha cambiado la dirección de tu vida? Al reenfocarte en tus dones, quizá veas también que Dios hace surgir belleza de tu adversidad.
De: Sheridan Voysey