El lago Coniston Water, en Inglaterra, es un bellísimo lugar para vacacionar. Las aguas son perfectas para navegar, nadar y hacer deportes acuáticos. Sin embargo, allí ocurrió una gran tragedia. En 1967, Donald Campbell pilotaba su hidroavión, intentando batir el récord mundial de velocidad en el agua. Alcanzó una gran velocidad, pero no vivió para celebrar el logro, ya que se estrelló y murió.

Los momentos trágicos pueden ocurrir en lugares hermosos. En Génesis 2, el Creador tomó «al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase» (v. 15). El huerto era una obra maestra, pero el hombre y la mujer desobedecieron a Dios, lo que trajo el pecado y la muerte a su creación (3:6-7). Hoy seguimos viendo los efectos destructivos de su trágica decisión.

Pero Jesús vino a ofrecernos vida a nosotros: personas que estábamos muertas en nuestros pecados. El apóstol Pablo escribió: «Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Jesucristo], los muchos serán constituidos justos» (Romanos 5:19). Gracias a Jesús, nos espera el hogar más hermoso de todos.

De la belleza, surgió la tragedia. Y por la gracia de Dios, de la tragedia surgió la belleza eterna!

De:  Bill Crowder

Reflexiona y ora

¿Cuándo has visto a Dios sacar belleza de una tragedia? ¿Cómo respondiste en ese momento?
Padre, gracias por la belleza eterna que solo tú provees.