Las fuentes ocultas de toxinas pueden tener consecuencias graves. Según un informe de The Wall Street Journal, las empresas de telecomunicaciones han dejado atrás más de dos mil cables cubiertos de plomo en todo Estados Unidos. A medida que el plomo se deteriora, acaba en lugares donde la gente vive, trabaja y juega. Muchas empresas se están tomando muy en serio el riesgo potencial de filtración de plomo al medio ambiente.

La toxina del pecado no confesado y sin resolver también puede tener graves consecuencias en nuestras vidas. Cuando una persona peca, la tendencia natural es tratar de encubrir el pecado. Pero es insensato permitirse cosas que van en contra de Dios y de su instrucción, intentando ignorarlas, ocultarlas o excusarlas. Como revela la Escritura: «El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13).

Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, Él nos purificará de ellos en su abundante gracia: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar […] y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). Así que, pidamos a Dios que nos ayude a confesar nuestros pecados antes de que las toxinas se filtren en nuestro corazón y en la vida de los demás.

De: Marvin Williams