Después de que un niño de cuatro años rompió accidentalmente un raro jarrón de la Edad del Bronce de 3.500 años de antigüedad, exhibido en un museo de Israel, recibió una respuesta amable y sorprendente. Lo perdonaron y lo invitaron a regresar. Roee Shafir, en nombre del Museo Hecht, dijo que así crecía el interés global en el proceso de restauración, y que podría despertar el interés del niño en la historia y la arqueología. Un resultado positivo y sanador.
Esta historia trae a la mente la declaración conmovedora de Dios de perdonar la rebelión de los israelitas al rogarle a Aarón que fabricara un becerro de oro para adorarlo (Éxodo 32:1). «Cuando […] llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas [de la ley] de sus manos, y las quebró al pie del monte» (v. 19).
Por instrucción de Dios, «Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí» (34:4). Cuando Dios descendió, «pasó delante de Moisés, y proclamó: «¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios misericordioso y clemente! […] ¡Es misericordioso por mil generaciones! ¡Perdona la maldad, la rebelión y el pecado» (vv. 6-7 rvc).
¡Qué recordatorio profundo! A pesar de nuestros peores pecados, Dios aún perdona. Anhela restaurarnos.



