«¡Ay, qué seria estás!», le dije a mi nieta Leilani, de diez semanas. Estudiaba mi rostro con el ceño fruncido mientras le hablaba. «Yo también estaría serio —continué—, al observar este mundo. Pero ¿sabes? Mamá te quiere, Papá te quiere, y Baba y Papa [nuestros apodos como abuelos] también te quieren. ¡Pero lo mejor de todo es que Jesús te ama!».

Entonces, sucedió. Su carita se iluminó con una sonrisa que me derritió el corazón. Como abuelo, me gustaría creer que me entendió, aunque sea imposible. Pero tal vez captó algo de la alegría detrás de mis palabras. La alegría inocente que brillaba en su rostro me hizo recordar lo que Jesús dijo sobre recibir «el reino de Dios como un niño» (Marcos 10:15).

Jesús dijo esto cuando «le presentaban niños» para que pusiera «las manos sobre ellos» y los bendijera (vv. 13, 16). Pero «los discípulos [los] reprendían», pensando que Jesús estaba demasiado ocupado. Eso lo indignó (vv. 13-14).

Los niños son humildes y dependientes por naturaleza. Para recibir la bondad de Dios en Cristo, nosotros también debemos apartarnos del orgullo y admitir nuestra necesidad de Él en todo. Cuando lo hacemos, Él cambia la desesperanza de este mundo por la promesa de una vida con Dios para siempre. Y esto debería hacernos sonreír.

De:  James Banks

Reflexiona y ora

¿En qué necesitas a Dios? ¿Cómo puedes declarar hoy tu dependencia de Él?
Padre, ayúdame a vivir en tu bondad y a compartirla con los demás.