Cuando la hija de Royston, Hannah, sufrió un derrame cerebral que le produjo un coma, él y su familia acudieron a Dios en oración con persistencia. Durante los meses de espera, se aferraron unos a otros… y a Dios. La fe de la familia se reavivó, por lo que Royston reflexionó: «Nunca hemos sentido a Dios tan cerca». En la terrible experiencia, recibieron «una renovación de la fe para persistir en la oración», como «la viuda de Lucas 18».
Royston se refería a la historia de Jesús sobre una viuda que buscaba persistentemente justicia de parte de un funcionario del pueblo, la cual relató para ilustrar «sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (Lucas 18:1). Esa mujer apeló repetidas veces al juez, quien, cansado, finalmente cedió. Comparando a ese juez insensible con Dios, Jesús dijo: «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?» (v. 7).
Aunque esa historia trataba de un juez injusto, impulsó a la familia a orar por Hannah y pedirle ayuda al Dios justo y amoroso, lo que los acercó más a Él. Después de varios meses, Hannah se despertó del coma, y está recuperándose lentamente.
Cuando nos acercamos a Dios, Él oye nuestras peticiones conforme a su gracia. Nos invita a clamar a Él día y noche.
De: Amy Boucher Pye