Tras la inesperada muerte de su padre, Aaron le regaló a su madre una foto enmarcada de decenas de objetos que resumían la vida de su padre: coleccionables, fotos, rocas, libros, obras de arte y más, cada cosa con un significado especial. Pasó días recolectando los objetos y organizándolos, y luego su hermana Rachel tomó la foto. El regalo era un homenaje visual a su padre, quien a pesar de su lucha de décadas con el autodesprecio y la adicción, siempre dejó claro su amor por ellos. También atestiguaba del amor de Dios y el poder milagroso de la curación que llevó a su padre a triunfar sobre la adicción en la última década de su vida.

Después de 40 años, cuando el pueblo de Dios entró en la tierra prometida, Josué escogió un hombre de cada una de las doce tribus para que recogiera una piedra del lecho seco del río, «para que esto sea señal entre [ellos]» (Josué 4:1-6), y las usó para construir un altar y un tributo duradero al poder y la provisión de Dios (vv. 19-24). El viaje no había sido fácil, pero Dios había estado con ellos, dándoles agua de rocas, maná del cielo, columnas de nube y fuego para guiarlos… ¡y ropa que nunca envejeció (Deuteronomio 8:4)! El monumento apuntaba a Él.

¡Dios hace cosas asombrosas! Dejemos un tributo duradero a su amor y poder.

De:  Alyson Kieda

Reflexiona y ora

¿Dónde ves pruebas de la obra de Dios? ¿Qué clase de tributo podrías dejar como testimonio de su obra?
Dios, gracias por las pruebas de tu amor.