Un marinero francés, junto con su gato, navegaba desde Dutch Harbor —un puerto en una isla al sur de Alaska— hasta San Diego, California, cuando su yate fue volcado por una enorme ola. La embarcación se enderezó, pero el marino perdió el timón y los aparejos. Informó de su grave situación a los guardacostas, pidiendo ayuda. Finalmente, los guardacostas se pusieron en contacto con un barco de perforación petrolera cercano que acudió al rescate. Sin embargo, él tuvo que dar un salto de fe literal —con su gato metido bajo la chaqueta— desde su embarcación hasta el buque de rescate.
En Efesios 2, Pablo describe la condición pecaminosa y desesperada de la humanidad: muerta espiritualmente y separada de Dios (v. 1). Además, éramos desobedientes a todo lo que Él desea (v. 2) y depravados, incapaces de hacer nada para merecer la salvación (v. 3). Pero «por gracia», Jesús hizo posible que fuéramos «salvos por medio de la fe»; y esta salvación es un «don de Dios» (v. 8). Si Dios nos guía, el cambio es posible, ¡y nuestra salud espiritual merece el esfuerzo! Marvin Williams
Todos estábamos varados en los mares embravecidos del pecado y la muerte, pero alabado sea Dios porque tenemos un Salvador que hizo posible que saltáramos a sus brazos que nos rescataron por la fe. Solo Cristo puede rescatarnos y ponernos a salvo.